sábado, 21 de junio de 2014

dolor y recuerdos: la increíble historia de steve ovett

Llevo un mala racha. Parezco un neumático gastado lleno de parches. Empecé el año con una tendinitis de tibial posterior que me tuvo afectado durante 3 meses hasta que solucioné el problema con unas plantillas. A continuación comencé con una molesta talalgia que me ha obligado a bajar la intensidad de los entrenos y a usar unas taloneras de silicona ocasionalmente. Antes de la media de Laredo sufrí una contractura del sóleo que me ha tenido a medio gas. En resumen convivo con el dolor y voy pasando las semanas sin experimentar la agradable sensación de correr sin molestias. Y para intentar olvidarme de todo nada mejor que recordar a uno de mis atletas favoritos que hizo que me enganchara al atletismo de niño en sus míticos duelos con sebastian Coe,...me refiero como todos imaginais a Steve Ovett. Un grande con mayúsculas del mediofondo británico del que voy a reproducir una anécdota sacada de corricolari que cuando la leí causó en mí una poderosa impresión: Ovett era un atleta de origen obrero  muy independiente, de entrenamiento natural y poco amigo de luchar contra el cronómetro: lo suyo era disfrutar en la pista y ganar carreras con su gran velocidad final. Pensemos en un  sábado cualquiera de 1977. Para poner las cosas en perspectiva, conviene recordar que el joven de Brighton tenía sólo 21 años y había sido quinto el año anterior en los 800 metros de los Juegos Olímpicos de Montreal. Aquel sábado, Ovett debía correr una prueba de 1.000 metros en Edimburgo. Pero perdió el avión que debía llevarlo a tierras escocesas. Siempre un espíritu tranquilo, el genial Steve ni se inmutó. Se volvió para Brighton.
Allí, Matt Paterson, su inseparable compañero de entrenamientos, le pidió un favor. Matt debía correr una media maratón esa tarde en Dartford.
-¿Por qué no me llevas en coche? Así estaré más tranquilo.
-De acuerdo.
Los dos amigos se pusieron en marcha. Mientras llegaban, Ovett decide que también va a inscribirse en la carrera.
-Matt, voy a pedir unas zapatillas, me inscribo en la carrera y te acompaño. Puedo hacer diez o doce kilómetros contigo.
-Genial. Me vendrá muy bien.
El final de la anécdota, la demostración de que Ovett era un corredor genial, instintivo, hasta caprichoso, está ya en la historia del atletismo inglés. 
Ovett tomó la salida, se colocó cerca de la cabeza, se vió cómodo, cruzó el kilómetro diez, siguió sintiéndose muy a gusto ... ¡y ganó la carrera con un minuto de diferencia! Su crono, 1h05:38, sin preparación específica, muestra su tremenda clase como atleta, un crono increíble para un atleta de 800 metros. Y explica también el espíritu de aquel atletismo. Un espíritu, alegre, flexible, que hoy en día vive, sobre todo, en los corredores populares.

Greatest Male 1500 Meter Runner Ever Steve Ovett



No hay comentarios:

Publicar un comentario